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Nacimiento y Conversión Hemodinámica


Autor: Eduardo Consuegra Llapur.

De la concepción a la muerte ningún suceso traumático es comparable al nacimiento. Jamás volverán a ocurrir cambios tan drásticos y en tan poco tiempo.

Si logramos abstraernos y colocarnos en el lugar de un feto a término, podremos comprender discretamente la real dimensión de estos cambios.

Circulación fetal

Invito por eso al lector a imaginarse dentro del útero, en posición fetal, rodeado de un cálido caldo, que entra en boca y nariz, pero sin revelar sabor ni olor alguno. Lubrica los ojos cuando se abren, pero no hay luz, ni imágenes.

Mueves brazos y piernas y sientes la blanda pared que protege tu cuerpo y que tocas fácilmente con la cabeza o la espalda. Ese es tu reino; oscuro, húmedo, cálido, silente.

Puedes hacer movimientos espasmódicos con el diafragma, dejando que entre líquido a tu árbol pulmonar, pero este se encuentra colapsado.

No tienes respiración pulmonar, ni siquiera has experimentado el aire.

La única fuente de sangre oxigenada llega desde la placenta a través de las venas vitelinas, y pasará al conducto venoso, la vena suprahepática y la cava inferior para alcanzar la aurícula derecha.

Ese flujo irá directamente hacia el foramen ovale, atravesándolo para llegar a aurícula y ventrículo izquierdos, salir por la aorta y suplir coronarias y troncos supraaórticos, oxigenando el corazón, la cabeza y los brazos.

Circulación prenatal</i>

Circulación prenatal
Izquieda: aurículas. Derecha: grandes vasos.

No solo llega a la aurícula derecha sangre desde la cava inferior, donde se mezclan hematíes oxigenados procedentes de la placenta con el retorno venoso de la parte inferior del cuerpo.

También a esa aurícula llega la sangre de la cava superior, después de entregar su carga de O2 a las células del cerebro, la cabeza y los brazos. Esa irá directamente hacia el ventrículo derecho y saldrá por la arteria pulmonar.

La extensa red capilar que rodea los sacos alveolares está contraída, arrugada y ofrece un formidable sistema de alta resistencia a la sangre que emerge por la arteria pulmonar. Ante tal oposición, poca sangre pasa a la red vascular pulmonar.

Casi toda va hacia la aorta tomando por el conducto arterioso e irrigará la parte inferior del cuerpo.

El nacimiento

Todo se conmueve, la suave pared que te ha acunado se tensa, te constriñe y empuja.

No sabes hacia donde, pero estás a merced de sacudidas que no puedes controlar, que comprimen tu cara y moldean tu cráneo, mientras tus miembros quedan atrapados en ese espacio constrictor.

De súbito, sientes tu cabeza liberarse, mas un frío inmenso la invade y se extiende con rapidez al resto de tu cuerpo. Extiendes los brazos, pero nada encuentras. Ya no hay caldo ni calor.

Solo percibes el vacío, espantoso y gélido, que te provoca una bocanada instintiva y se mete en tus pulmones. Abres los ojos y son heridos por la luz, que ahora llena todo.

Expeles y escuchas tu grito, anuncias tu nacimiento.


Cambios en la circulación después del nacimiento

La expansión de los pulmones provoca el despliegue de la red capilar pulmonar y la consecuente caída de resistencias a la sangre procedente del ventrículo derecho.

Con esa primera inspiración todo un torrente de sangre inunda la red vascular pulmonar y por primera vez los hematíes se cargan a su paso con el O2 que ahora llena los alveolos.

Circulación postnatal

Circulación postnatal
Izquieda: aurículas. Derecha: grandes vasos.

Un aluvión de sangre oxigenada llega a la aurícula izquierda cuya presión supera entonces la de la aurícula derecha, provocando que la ventana de la fossa ovalis se cierre.

Toda esa sangre llegará al ventrículo izquierdo y emergerá por la aorta supliendo ahora a todo el organismo.

El ductus arteriosus, cuyo flujo ha sido robado por las ramas pulmonares, se espasmodiza cuando sus células subendoteliales dejan de producir prostaglandinas por la presencia de tan altos niveles de O2.

Más tarde, la fibrina y el colágeno se encargarán de su cierre definitivo.

La ausencia de sangre procedente del cordón umbilical causa el cierre del conducto venoso.


Traducción al EKG de los cambios circulatorios del nacimiento

Artículo relacionado: EKG pediátrico.

Durante la niñez, los patrones electrocardiográficos van sufriendo cambios de manera evolutiva respondiendo al ajuste morfológico que sufre el corazón.

Un recién nacido presenta un claro predominio derecho cuando se compara con un niño mayor.

Así mismo, la primera vez que se observa la radiografía de tórax de un neonato, llama la atención el gran tamaño de la silueta cardiaca en relación al tórax.

La correcta interpretación de estos cambios precisa de la comprensión del corazón del feto y de los cambios que ocurren al nacimiento.

Con la excepción de la cabeza y los brazos, es el ventrículo derecho del feto quien se encarga de suplir de sangre a todo el cuerpo, además de enfrentar la postcarga que suponen las elevadas resistencias vasculares de unos pulmones colapsados.

Esta es la razón por la que es el ventrículo predominante, con una poderosa pared muscular que se manifiesta en ondas R altas en la derivación que mejor lo explora, V1 (ver EKG pediátrico).

Los cambios circulatorios al nacimiento hacen que esta cámara pase a ser responsable de la circulación pulmonar.

Eso significa que su postcarga será considerablemente menor desde el inicio e irá cayendo aún más con la progresiva disminución de las resistencias pulmonares.

Eso convierte al, ante ds poderoso, ventrículo derecho en la cámara “compliante” que será durante en resto de la vida y cuya despolarización se manifestará en las discretas ondas R de la derivación V1 (ver EKG pediátrico).


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